Psicóloga, grafóloga y escritora
España
María es una mujer a quien sin duda me hubiera encantado conocer. Quizás ese encuentro se hubiera producido en un café cualquiera o en una de sus casas; eso sí, rodeadas de gatos, que eran la perdición de la filósofa malagueña.
Llegó a vivir en uno de sus pisos en el exilio con cuarenta gatos y tuvo una denuncia al respecto que le hizo tomar la decisión de dejar la casa, pero con sus gatos. Hasta tal punto llegaba su amor por los mininos.
María nació en Vélez-Málaga en 1904, aunque cuando tenía solo 4 añitos se trasladó con su familia a Madrid. Lo que me parece una proeza es que estudiara filosofía, porque en aquellos años me cuesta pensar que una mujer se decidiera por esos estudios. Por suerte lo hizo, y por eso hoy es la filósofa española más interesante y más internacional, porque elaboró el concepto de la razón poética.
Con este concepto intenta refundamentar la razón, aceptando otros métodos de conocimiento fuera de los racionales, especialmente la intuición.
Ella escribió en 1955:
«La razón, reformándose ella misma, debe aceptar formas de conocimiento que le son ajenas e incluso tradicionalmente hostiles».
Este concepto trata de retomar la invención de la realidad en su dimensión más poética, es decir, la parte más creativa, ya que es una pulsión vital, escurridiza e inexplicable por la razón.
María fue alumna de José Ortega y Gasset y, como he dicho anteriormente, vivió en el exilio pasando por París, Nueva York, La Habana, México, Puerto Rico y Roma. Me imagino la vida tan intensa e interesante que tuvo al poder vivir en tantos países y, al mismo tiempo, en su periplo, siempre estuvo ligada a intelectuales como la generación del 27 española, José Lezama Lima, Octavio Paz y Rafael Alberti.
María tuvo su período más místico en Francia, donde hizo un retiro filosófico y esto se reflejó en la que muchos consideran su obra más importante: Claros en el bosque.
En 1966, cuando José Luis López Aranguren publicó en la Revista de Occidente un artículo titulado «Los sueños de María Zambrano», fue cuando se empezó lentamente a reconocer a la autora. Un paso importante para su reconocimiento llegó en 1981, cuando se le otorgó el Premio Príncipe de Asturias y fue nombrada Doctora Honoris Causa en la Universidad de Málaga; y por fin, en 1988 al otorgarle el Ministerio de Cultura de España el Premio Miguel de Cervantes de Literatura fue la culminación.
Pese a haber tenido una vida tan rica y haber sido tan prolífica, María vivió casi siempre en pisos pequeños y pasó muchas escaseces, ya que, en la mayoría de las ocasiones, cobraba solo por algunas conferencias que daba. Tuvo épocas más felices que otras, siempre rodeada de gatos.
Para mí quedará como una mujer intrépida que desafió con sus planteamientos a algo tan legitimado como la razón, para introducirnos en una alternativa de pensamiento que recoge lo que más me gusta, aquello que no se puede explicar por las leyes de la lógica: la razón poética.
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Somos varias a las que nos hubiese gustado conocerla y compartir una charla! Una hermosa mujer que supo poner en valor el pensamiento y la lógica femenina.