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Un café con Simone: Chiquita

Psicóloga, grafóloga y escritora

España


Este mes quiero presentaros a una mujer chiquita, pero que fue muy grande. Me hubiera encantado también coincidir en el tiempo con ella y tomarme con café y preguntarle varias curiosidades que me ha suscitado acercarme a su vida por medio de una novela titulada Chiquita, escrita por Antonio Orlando Rodríguez.


Leí la novela hace unos años ya que fue Premio Alfaguara en 2008, pero es uno de los libros de los que me he ido acordando en el tiempo y que, además, he recomendado, porque la vida de esta mujer es extraordinaria y es un ejemplo de superación.


Chiquita es una biografía imaginaria de una bailarina y cantante cubana llamada Espiridiona Cenda (1869-1945) apodada Chiquita, ya que tan solo media 26 pulgadas (66 centímetros) y alcanzó gran fama como artista de variedades entre el siglo XIX y el XX, tanto en Estados Unidos como en Europa, aparte de romper muchos corazones y provocar incluso suicidios entre sus enamorados.


Aunque detrás de la novela de 520 páginas existe una concienzuda investigación hecha por el autor. Digo que es novela porque, como él mismo dijo, al respecto de esta obra:

«Soy novelista; es decir: un mentiroso profesional.


Aunque este libro se inspira en la vida de Espiridiona Chiquita Cenda, dista mucho de reproducirla con fidelidad. Se trata de una obra concebida desde la libertad absoluta que permite la ficción, así que cambié a mi antojo todo lo que quise y añadí episodios que, probablemente, a la famosa liliputiense le hubiese gustado protagonizar.


He entremezclado sin el menor escrúpulo verdad histórica y fantasía, y dejo al lector la tarea de averiguar cuánto hay de una y de otra en las páginas de esta suerte de biografía imaginaria de un personaje real. Ahora bien, le recomiendo que no se fíe de las apariencias: algunos hechos que parecen pura fabulación están documentados en libros y periódicos de la época.»


La novela tiene mucho mérito. Para empezar porque en ella conviven las voces de dos narradores: la del propio autor y la de un anciano que conoció a la artista cuando ella tenía 60 años y tomó el dictado de las vivencias de ella en su mansión de Long Island. Ambos, mano a mano, reconstruyen e inventan la vida de la «damita elegante y refinada».


Chiquita fue una mujer valiente que supo hacerse valer. Nunca quiso ser una curiosidad de feria y tuvo inteligencia combinada con ambición, fue vanidosa y simpática hasta el extremo y fue así como supo abrirse un camino entre las personas importantes que la alabarían. Sabemos, por ejemplo, que se inició en el mundo del espectáculo de la mano de Sarah Bernhardt.


En la novela se relatan momentos históricos como la Gran Depresión de los años treinta, la vida cotidiana en la isla de Cuba a finales del siglo XIX, la guerra de la independencia entre Cuba y España, el ambiente de los empresarios neoyorquinos, la bohemia artística y también el submundo de los llamados «liliputienses». Y aparecen por la narración mujeres excelentes como reporteras de guerra, feministas valientes y divas como Lilli Lehman y la Bella Otero.


Además, en esta novela de aventuras hay una subtrama muy atractiva a partir de que Chiquita conociera a Alejo Romanov en una visita a la ciudad de Matanzas y este le regalara como talismán una cadenita de oro con una esfera diminuta.


Recuerdo con mucho cariño a este personaje real, no lo olvidemos, y la novela trata de trasladarnos que la vida de Chiquita es una historia de superación personal y también nos deja otro mensaje importante: que los límites casi siempre son mentales y, si no, que le pregunten a Espiridiona, que supo sacar el máximo provecho a sus 26 pulgadas.


 

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